El platillo:
Torre de mariscos
En Monterrey, dentro del Mercado Cordillera, el chef Roberto Bello tiene dos restaurantes: Taquería Poniente y Pexca. El primero gira alrededor de la carne, de los tacos de asada y de pastor, en el segundo son los mariscos los que cada día se transfiguran en ceviches, flautas y tostadas.
Detrás de ambos existe una misma historia, la del cariño que Roberto Bello tiene por su lugar de origen: Tampico. Su ciudad posee la obsesión del norte por la carne a la parrilla y, al mismo tiempo, la relación que toda costa mantiene con las olas.
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De su familia heredó la vocación de comerciante, anterior a la cocina, pues los suyos se han dedicado siempre a la pesca de camarón en el Golfo de México; y de la playa en que nació, rodeada de ríos y lagunas, obtuvo la inspiración necesaria para sus creaciones culinarias.
Su torre de mariscos es casi un edificio de recuerdos: vuelve a ver a su abuelo comer ostiones y abulones, su abuela tatema patas de pollo para darle profundidad a los caldos, y su padre trae otra vez a casa historias de viajes costeros.
Por eso Roberto encima ingredientes, el callo de hacha y el atún rojo, el camarón crudo y el cocido, el pescado, el pulpo. Una capa de aguacate sirve de base; en cambio el pepino, la cebolla morada y el cilantro son techo y aire fresco a la vez.
Un baño de salsa roja marisquera trae al platillo la acidez y el equilibrio que necesitan la sal y las cosas del mar.